Henry Álvarez, es un hombre el cual la
droga le ha arrancado la vida, se encuentra en la mayoría de su tiempo en el
centro de Medellín, lugar famoso por alojar muchas personas de su misma condición
y donde se obtiene fácilmente la droga.
Luce una vestimenta muy descuidada, la
cual evidentemente no ha tenido contacto con el agua y el jabón durante un
largo y prolongado tiempo, su vestimenta no es para nada común. Lleva puesto un
jeans roto en una de las rodillas y en la culminación de las botas, el cual le
queda un poco holgado debido a su contextura delgada por la mala alimentación que
ha tenido desde hace unos días; una camiseta larga la cual le llega a la altura
de las caderas, esta posee un cuello en forma de u y en ella se evidencia un
color que algún día fue amarilla, pero ahora se torna marrón, y unos zapatos
mocasines con la suela desgastada. En su rostro se evidencia la pobreza, sus
mejillas se encuentran manchadas por la suciedad y sus ojos son lo único que
sobresale de esta imagen deplorable, tiene el cabello corto y enmarañado de un
color negro y olor desagradable, perdió algunos de sus dientes consecuencias de
muchos años de consumo.
Este hombre proviene de una familia
llena de amor, unión; sin tener ningún ejemplo de drogas, en donde nadie llego
a pensar que Henry podría entrar fácilmente a este vicio. Pero lamentablemente
cuando esta prestando servicio militar, sin pensar lo grave de esta adicción,
uno de sus compañeros lo invito a entrar al gran mundo de las drogas y ahí fue
cuando empezó su trágica vida, llena de conflictos, depresión, destrucción de
su hogar; no solo para él, sino para aquellas personas que forman parte de su
vida.
Hace mas de 30 años su vida pasa entre
el vicio, las calles y su hogar; porque a pesar de que él esta en este mundo también
trabaja y ayuda a la gente por medio de la construcción, pero tristemente todas
sus ganancias se han visto perdidas gracias a la calle y a la droga.
Un día cualquiera sale de su casa
diciendo: “madre me voy a camellar, en la noche vengo y les colaboro con 60 mil
pesitos, esta vez le prometo que voy a dejar esta gonorrea de vicio y voy a
salir adelante”, su madre guarda la esperanza de que cada vez que escucha estas
palabras, su hijo si alejara de el mundo de las drogas.
Al llegar la noche y ve que su hijo no
aparece, se pone muy triste porque esta vez tampoco cumplió su promesa. Ella
con una camándula en la mano se lo entrega con mucha fe a Dios y a la Santísima
Virgen, para que lo proteja y lo aleje de tanto peligro que tiene la calle.
Doña Carmen, con un aspecto de una
señora de edad, con su pelo blanco y arrugas en su rostro, después de 4 días
sin saber de su hijo, se encuentra preocupada y con lágrimas en sus ojos,
pensando positivamente de que esta vez no la llamen diciendo que Henry se
encuentra muerto. Y no solo se preocupa su madre y su familia, sino las
personas con las que el trabaja y a las que le trabaja, ya que estas personas
llaman diariamente preguntando si apareció bien o hay alguna noticia de él.
Al día siguiente suena el teléfono y es
Henry llamando a su madre y diciéndole: “Madre me va a pagar el taxi que me
encuentro muy sucio y me da pena subirme en un bus, yo después se lo pago
cuando este trabajando”, algunas veces su madre se lo paga y otras veces no y
le toca venirse en bus, montándose por la puerta de atrás y sin que los
conductores se den cuenta, molestando con su olor a los pasajeros de la ruta
Barrio Cristóbal.
Al llegar a casa, no siempre llega de la
misma manera, algunas veces llega tan agotado que se acuesta en una colchoneta muy
cómoda y limpia y una cobija única para él, porque llega muy sucio y con un
olor desagradable, no puede dormir en la misma casa como toda su familia, sino
en un segundo piso donde su estricto padre guarda lo que no se necesita en
ella. Otras veces llega muy agresivo diciendo: “No me digan nada, que yo se lo
que hice y como vengo vestido, demen de comer que tengo mucha hambre”, mientras
come, su madre lo mira y él dice “Yo no se como estoy vivo, anoche me siguieron
y me les volé por un matorral y cuando estaba metido en el matorral, llegan
otros a darse puñaladas, y cuchillo va y cuchillo viene y yo me paro en un
poste a ver y no me hacían nada, como si no me vieran.” “Mami me comí a una
vieja tan chimba, parecía una india de esas por haya lejos” mientras el habla
Doña Carmen lo mira y su rostro se entristece al pensar en lo que se había convertido
su hijo y el sigue contando sus historias: “Madre tengo por ahí 17 muertos en
el rio Medellín y también desocupe un apartamento y me lleve hasta la olla presión”
su madre con lagrimas en sus mejillas dice: “no te creo nada de lo que dices,
porque eres una persona de muy buen corazón, es solo alucinaciones por culpa de
la droga”.
En algunos momentos llega a pedir más
plata, para sacar algo que dejo empeñado, y es solo mentiras, lo hace con la intensión
de quedarse solo en el centro de Medellín con sus amigos o hasta buscando la
muerte.
Henry puede durar hasta un año sin tirar
vicio, trabajando y dándole gusto a su familia, pero lo que su familia no sabe,
es cuando va a volver a perderse, porque es un hombre con doble personalidad que
unos días parece un habitante de la calle y otro un trabajador humilde dedicado
a su hogar.
“Según Iván Restrepo Gómez,
presidente de la junta directiva de Surgir, Medellín está por encima de
ciudades como Bogotá, Cali y Barranquilla en consumo de marihuana y bazucó. De
cada mil personas en Medellín, tres consumen cocaína, 18 bazucó y 27 marihuana.
El consumo de droga se presenta en personas de diez a sesenta años. Los
reincidentes se encuentran entre 20 y 35 años, donde el consumo es de un 8 por
ciento. La directora Científica de la institución Elvia Velásquez de Pabón,
dice que las cifras de la situación hablan por sí solas.de 1.500 se ha logrado
contactar 550 personas. De ellos 80 han muerto. La mayoría de ellos asesinados
o que se han suicidado.”